La revolución digital y la revolución que vendrá
La formación digital vive una era de absoluta revolución. El panorama formativo, se podría decir, ha evolucionado más rápidamente que nunca en los últimos 10 años. Ya hace tiempo que pasamos del formato único físico y presencial para entrar en la era del aprendizaje digital y online. Pero lo que en un principio parecía presentar un panorama de “todo ventajas” ha ido mutando en ocasiones hacia un totus revolutum de enfoques y tecnologías presentadas como una amalgama que no beneficia al alumnado. Se hace esencial, por tanto, usar la tecnología como uno de los pilares de un buen programa formativo, pero no como su piedra angular. En otras palabras: la tecnología al servicio del programa formativo y no al revés.
Formación interactiva
La mayoría de los enfoques modernos de educación o formación digital dan mucha importancia al factor interactivo, pero no todos. Algunas tendencias, como el microlearning o learning bits, a veces no pueden poner énfasis en la interacción precisamente porque la naturaleza de sus contenidos es escasa en esencia, ya que prima la rapidez, por lo que requerir interacción valiosa a partir de un vídeo de tan solo unos minutos, por ejemplo, se hace complicado.
Dejando atrás el modelo basado en cuestionarios, en el resto de los casos la interacción debe ser un pilar fundamental del diseño formativo. Quizás hace tiempo la interacción digital estándar era la de los exámenes, cuestionarios o formularios. Estos son fáciles de corregir por “la máquina” y dan feedback instantáneo, al tiempo que muestran cierto grado de comprensión de los contenidos. Sin embargo, el método de los cuestionarios no asegura que los contenidos se asimilen, es decir, que se produzca una verdadera transferencia de conocimiento. Seguro que alguna vez has dicho (o has oído decir) eso de: “En cuanto terminé el examen, ¡se me olvidó todo!”. No desechemos el cuestionario por completo, usémoslo para dar retroalimentación rápida y básica en algunas ocasiones, pero debemos ir más allá.
Una buena formación interactiva debe favorecer, por tanto, que el alumnado recuerde y aplique lo aprendido. Las interacciones con respuestas abiertas o debates entre participantes mejorarán la retención de conocimiento. Las actividades basadas en el enfoque building blocks (debes conocer un “bloque” con anterioridad, antes de poder seguir avanzando) también fomentan la asimilación duradera de información.
¿Gamificar o no gamificar?
Un tipo de formación interactiva es la gamificación, pero esta tiene unas características especiales. Recordemos rápidamente que la gamificación usa las técnicas de juego (rapidez en acabar, tablas clasificatorias, premios por alcanzar ciertas metas…) para motivar al alumnado y favorecer su nivel de atención e involucración con el proceso de aprendizaje. No obstante, la gamificación podría no motivar a aquellos/as aprendices que no son competitivos o que tienen poco tiempo para dedicar al aprendizaje y que podrían verse desmotivados por el efecto de “no llegar nunca a tiempo”. Un aprendizaje interactivo de consumo lento basado en la colaboración con una comunidad de iguales podría funcionar mejor en estos casos.
Formación adaptativa
El componente adaptativo cada vez gana mayor peso en los programas formativos, ya que da un buen lavado de cara a las ideas de “aprender a tu propio ritmo” o “crear tu propio itinerario formativo”. Se basa en la idea de que no tienes por qué seguir un programa cerrado ni a un ritmo predefinido. Por ejemplo, un programa puede estar diseñado con fechas de ejecución inexistentes o muy laxas, de manera que el alumnado pueda avanzar cuando tenga tiempo para ello, sin sentirse más presionado de lo que preferiría. También puedes en cada momento ampliar conocimientos accediendo a contenidos transversales que complementen lo que estás aprendiendo en ese momento. Aquí suelen ser habituales los temas de profundización (“Para saber más…”) o los de contenido relacionado (“También podría interesarte…”).
IA a nuestro servicio
La formación adaptativa ha experimentado un impulso notable desde la introducción de la Inteligencia Artificial (IA) en la educación, ya que la IA da muy buen resultado al relacionar conceptos y sugerir contenidos que sean apropiados para tu nivel de conocimientos y áreas de interés. A nivel de programa formativo habría que asegurarse de que ciertos estándares mínimos se cubren para poder dar por completada una formación; pero más allá de eso, la experiencia de aprendizaje de diferentes alumnos/as dentro de un mismo curso podría ser bastante diferente, lo cual resulta especialmente valioso en los cursos de empresa: el conjunto de trabajadores tiene la formación necesaria para desarrollar sus actividades, pero a la vez cada persona ha podido profundizar más en las áreas más atractivas o relevantes para su puesto de trabajo o para su realización personal.
Hacia un futuro más inteligente
Una buena integración de interactividad y adaptabilidad dará como resultado una transferencia de conocimiento duradera y significativa para cada persona. Ya que hemos hablado de Inteligencia Artificial, concluyamos con una reflexión: sabemos que la IA se vuelve “más inteligente” a medida que le añadimos más conocimientos al algoritmo, pero las inteligencias humanas no siempre necesitan más cantidad, sino más personalización y puntos de contacto. Al fin y al cabo, somos (todavía) seres únicos y sociales…
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