La educación tiene un enorme potencial y es de las pocas herramientas con las que podemos contar para cambiar historias de vida y disminuir las diferencias sociales existentes.
Durante décadas, la transmisión del conocimiento se llevaba a cabo en las aulas, de forma presencial y donde el o la docente trasmitía las materias a su alumnado, fundamentalmente, a través de clases magistrales, dejándolos en un estado pasivo, sin participar en la construcción de su propio aprendizaje y donde se valoraba la memorización. Sin embargo, nuestra forma de enseñar y aprender ha ido sufriendo cambios progresivamente, hasta vernos envueltos en una revolución tecnológica sin precedentes.
La transformación digital
Centrándonos en la transformación digital en la educación, hace ya unos años comenzamos a vivir este cambio, con la introducción en las aulas de pizarras digitales, ordenadores y otros dispositivos que se han ido incorporando de manera natural y progresiva en los procesos de aprendizaje.
Pero, durante la pandemia de la covid-19, la enseñanza presencial quedó suspendida y la formación se vio obligada a trasladarse al ámbito virtual, acelerando el proceso de transformación digital de la educación y cobrando un especial auge e interés las oportunidades que estas nuevas herramientas, recursos y metodologías nos pueden ofrecer en el aprendizaje. En esta era digital, contamos con diferentes modelos de formación que se apoyan en el elearning, el blended learning o el mobile learning.Y el impacto de las nuevas tecnologías en el curriculum, ha supuesto una forma de trabajar la educación desde un punto de vista más dinámico y aprovechando diferentes tipos de metodologías, como pueden ser: la metodología basada en proyectos, el flipped classroom, la metodología basada en resolución de problemas, el Design Thinking, la metodología basada en competencias, la gamificación, la metodología basada en la cooperación, etc.
El uso de internet y su incorporación en los procesos educativos, se ha convertido en una fuente de comunicación y recursos para organizar una formación más dinámica y colaborativa, en la que se modifican los roles hasta ahora conocidos y desempeñados, tanto por parte del docente como del alumnado. Este escenario formativo se convierte en un proceso bidireccional, en el que todos y todas harán uso de sus mejores recursos.
El buen uso de las nuevas tecnologías nos abre un amplio abanico de aprendizajes más constructivos y centrados en el propio progreso del alumnado, siendo los/as protagonistas de su propio avance y no, un mero receptor/a de información y contenidos. Por tanto, el papel del docente pasa a ser de guía en los progresos de su alumnado.
Nuevos retos de la transformación digital
Esta transformación digital modifica barreras, espacios, roles y tiempos, otorgándonos la posibilidad de poder decidir dónde aprender, cuándo y de qué manera. Nos queda una asignatura pendiente en todo este avance y es luchar por romper la brecha digital existente, contemplándolo desde dos puntos de vista.
En primer lugar, tratando de disminuir y trabajar las diferencias entre los/as llamados/as nativos/as digitales y los conocidos como “inmigrantes digitales”. Es decir, entre las personas que nacieron a partir de las décadas de los años 80 y 90, los cuales han crecido en plena revolución digital y han adquirido sus competencias de manera inconsciente, por el uso de forma habitual de las tecnologías en su día a día y aquellas personas que nacieron antes de la década de los 80, los cuales han sido testigos del progreso del uso de las TICs, pero que han necesitado y necesitan actualizarse.
Y, en segundo lugar, reducir las diferencias existentes entre unos países y otros en lo referente al acceso a la educación digital y la implantación de la misma, ya sea por la falta de las infraestructuras necesarias como por la complejidad de la adquisición de dispositivos, derivados de la situación económica en la que viva su población.
Para finalizar, resaltar que se estima que más de la mitad de los y las estudiantes que inician ahora su Educación Primaria trabajarán en profesiones que todavía no existen, pero que estarán directamente relacionadas con el uso de la tecnología. De ahí que el reto de la educación en este siglo XXI sea continuar apostando por la digitalización de la formación.
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